Comentario
La conquista del poder por la fuerza de las armas enfrentaba a César con la difícil tarea de reordenar el Estado. A los catastróficos efectos de la guerra, se añadía un problema político: la futura posición del vencedor sobre la res publica y el uso que haría de las instituciones políticas. En este aspecto, César mantuvo su vigencia, pero acomodándolas arbitrariamente a su servicio. Preocupado sólo por afirmar su posición de poder con caracteres definitivos, no se preocupó de buscar una alternativa al régimen senatorial para conseguir una estabilidad política.
Tras la guerra civil, se planteó el dilema entre la restauración de la república oligárquica o el gobierno totalitario. Cuando se hizo evidente que César aspiraba a imponer su poder personal sobre las ruinas del orden tradicional, a los partidarios de la república solo les quedó el recurso del asesinato. Pero mientras se urdían las conspiraciones para eliminarle, César atacaba con energía los múltiples problemas que pesaban sobre Roma y su Imperio.